Balance del ciclo taurino de la Feria en la Real Maestranza de Sevilla
En positivo, nos quedamos con el triunfo de Manzanares, los toros de Victorino Martín, la actuación de Miguel Ángel Perera, el valor de El Fundi y las banderillas de El Fandi. Fue un ciclo taurino de Feria algo atípico por las tres inéditas suspensiones seguidas por causa de la lluvia -la última con un polémico escándalo--, y, sobre todo, por el fracaso ganadero y, de forma especial, por las desastrosas reses de Juan Pedro Domecq, que más que jamón de pata negra fueron artículos visiblemente caducados.
Iniciamos este balance de la fiesta taurina en la Maestranza con las primeras corridas de la pre Feria. En este tiempo hay que hacer mención a la actuación de "El Fundi", en la bronca corrida de Palha. El madrileño cortó una merecida oreja. También hay que destacar la corrida de rejones, con triunfo justo de Diego Ventura, que nuevamente abrió la Puerta del Príncipe.
Fueron pasando los días sin farolillos y llegaron los encastados toros de Victorino Martín. Aquí si hubo toros y toreros. Emociones y pasiones. Lo normal para que la fiesta pueda ser un gran espectáculo. Pepín Liria, a pesar de los topetazos frente al toro en portagayola y en la lidia con la muleta, fue un valiente y esforzado gladiador en su despedida de Sevilla. El bravo matador fue premiado por ese valor reconocido que forma parte de su genio y figura.
Envuelto en vendajes, Liria, en el segundo toro, cortó una oreja con fuerte petición para otra, recorriendo por dos veces el ruedo entre cerradas ovaciones. Esta tarde torearon con Liria, El Cid y Ferrera. Al de Salteras se le escaparon las orejas porque anda mal a la hora del volapie. Pero su toreo fue extraordinario, con una izquierda de lujo para la muleta. Ferrera tampoco estuvo mal, porque los victorinos eran reses con mucho encaste. Estaba Anabel Moreno en la presidencia de la plaza y sacó el pañuelo para que se le diera una vuelta al ruedo al quinto toro de Victorino -Melonito, cárdeno bragao--, que tan buen juego había dado en la plaza. Será, con toda seguridad, el toro de la Feria.
Fueron pasando las corridas y hay que pararse en el festejo donde se lidiaron toros de El Ventorrillo para El Juli, José María Manzanares y Miguel Ángel Perera. Hubo exhibición de arte de esta terna, con orejas para El Juli y Manzanares que demostraron sus enormes cualidades taurinas, y un extraordinario triunfo de Perera, que cortó dos orejas, para salir a hombros por la puerta grande de cuadrillas.
Nada pasó con los mansos toros de de Parladé -léase juanpedros--, y la terna formada por Finito, Morante y Salvador Cortés. Dejaron pasar sus claras oportunidades. El lío gordo se formó el lunes del alumbrado, con arte mayor sobre la arena mojada de la Maestranza y la genial actuación de José María Manzanares. Eran toros de Juan Pedro, que fueron mansos de solemnidad. Ponce y Castella quisieron pero no pudieron. Sin embargo, fueron muy responsables y muy profesionales. Pero José María Manzanares encontró el único dulce -jamón, jamón--, de esta tarde de gloria para el alicantino. Llovía a mares. El ruedo era un lodazal. El albero parecía la arena de una playa donde dormían las olas. Pero Manzanares triunfó de pleno, cortándole dos orejas en la desapacible jornada pasada por agua. Fue un diluvio de arte y valor. Se aguantó este sensacional chaparrón taurino del torero de Alicante.
El ciclo de Feria con farolillos se iniciaba con mal fario. Tres suspensiones seguidas a causa de la lluvia, con unos carteles de lujo que se quedaban en el papel mojado. Nos quedamos sin ver a Juan Bautista, El Cid y Talavante, con toros de San Lorenzo; a Morante, El Juli y Manzanares, con toros de Zalduendo, y a Salvador Vega, Salvador Cortés y Daniel Luque, con toros de Alcurrucen. En esta última se armó el escándalo. Las dos primeras suspensiones no tuvieron trascendencia porque se hicieron al mediodía; pero la tercera, por la mejoría del tiempo, se llevó a cabo con todo compuesto en la Real Maestranza. Media hora antes del festejo llovió con intensidad y dejó el ruedo casi inundado y embarrado. Se aplazó la corrida media hora para ver si pasaba el temporal, pero diez minutos antes de cumplirse el tiempo pactado por presidente y toreros, se exhibió por el callejón un cartel con la orden de la suspensión de la corrida. Los toreros, en el centro de la plaza, querían torear y no estaban dispuestos a marcharse del ruedo. Tuvieron que intervenir las fuerzas del orden público. Se aplicó el reglamento en el fondo, pero se falló en las formas. El festejo anulado provocó la dimisión y cese del presidente de la plaza, Antonio Pulido, que cargó con las consecuencias a juicio de los responsables de la Junta de Andalucía.
El ciclo taurino en la Real Maestranza se quebró por esta falta de continuidad. Cuando se recuperaron los festejos, toreros y toros en la corrida del viernes 12 de abril, formaron parte de una jornada de auténtico esperpento. Las reses de Juan Pedro Domecq fueron totalmente ilidiables y los espadas, salvo los tercios de banderillas de El Fandi, no lograron salvar la tarde en la Maestranza. El Cordobés y Rivera no aportaron nada de nada, con una absoluta dejadez de responsabilidades. ¿Qué estaban haciendo estos dos chicos en un sitio como la Maestranza?
La corrida de rejones para seis caballeros a caballo fue agradable, con la espectacular exhibición de Diego Ventura. Una matinal clásica que siempre ofrece una digna imagen taurina.
Se cerró el ciclo de Feria con los toros de Miura. Tres reses inválidas, sorpresa, sorpresa, fueron devueltas. Un toro tardó más de media hora en retornar a los chiqueros. Ni los cabestros, ni el cabestrero, ni los subalternos con las puntillas pudieron quitar del albero al imposible animal. Se prestó a ello el jerezano Padilla, que entre los mansos y a solas acabó con el morlaco -estocada y descabellos--, en una muestra de solidaridad con los pacientes espectadores.
Una sufrida y larga tarde de malos toros. Ni las banderillas de El Fundi y Padilla, juntos pero no revueltos, en los primeros tercios, acabaron con la matraca taurina. Salvó los muebles Javier Valverde, que en un toro lució sus facultades, con naturales dormidos y con un valor a prueba de extraños y repudiados miuras. Una merecida oreja y más de tres horas de sueños perdidos.
Se espera que a todo lo largo de la temporada, los aficionados puedan ver algo positivo en la Real Maestranza. Llegan ahora las novilladas hasta el largo y cálido verano.