10ª de Abono de la Real Maestranza : Brilló Castella y bordó el toreo el joven Alejandro Escalante
La fina lluvia que arreció en algunos momentos previos a la corrida y el pesado chirimiri que podían molestar la lidia en el coso del Baratillo provocó el retraso del comienzo de éste décimo festejo del abono. Los tres toreros y la autoridad competente analizaron el terreno y decidieron voluntariamente realizar el paseíllo.
No me pises que no llevo chanclas, porque Sebastián Castella, el primer espada de la terna que lidiaba en esta tarde con muchas nubes, se descalzó, se quitó las negras zapatillas, --como harían también los demás matadores--, para luchar ante "Mes de Marzo" y armar la zapatiesta. Uno de enero, dos de de febrero, mes de marzo y 21 de abril. El toro respondió al reto del francés, Curiosa y vistosa su primera cita con la muleta.
Recogió la montera que había lanzado al barro en el brindis e hizo señas con ella al animal para comenzar una saneada faena. Terminó con manoletinas francesas y se ganó al público, porque el galo cae bien en esta tierra. Música, estocada y el premio de una oreja. Los espectadores insistieron al presidente para duplicar el premio, pero Castella sólo pudo pasear por el ruedo con un apéndice. Tras la vuelta al anillo uniforma del francés, la consabida bronca a la autoridad. La jornada se despejaba en el ruedo, aunque seguía el toldo gris sobre la plaza.
Le tocó el turno en segundo lugar a Miguel Ángel Perera. El de Torrealta, de nombre "Ventisquero", no produjo más borrascas en el festejo.
Perera no entendió al toro y su lidia, en todas las suertes, fue desarrollada por el pacense sin ninguna transmisión. No era malo este "Ventisquero", pero Perera no encontró los recursos necesarios para el lucimiento. Terminó recibiendo honrosos aplausos a la voluntad.
El tercero de la tarde estuvo en las manos de Alejandro Talavante. Se esperaba con ganas al de Badajoz, por todo cuanto había armado en la Capital de España hace pocas semanas. "Aviador" era el animal que le tocó en suerte.
Pero Escalante no pilotó bien al morlaco para volar sobre el nido taurino de la Maestranza. Escalante se arrimó demasiado a la alta cabeza de pitones del de Torrealta, recibiendo bastantes achuchones.
El matador fue derribado una vez por la res y estuvo a merced de los cuernos de la fiera. Se tambaleó Escalante. Haz el amor y no la guerra. Sin embargo, el pacense volvió a la carga. También quiso poner el epílogo con manoletinas. Pero el matador estaba con el deseo de señalarle la pista de salida al "Aviador". El presidente le mandó un recadito. La faena se fue alargando de manera incomprensible y Escalante, un pasito atrás y otros hacia delante, pinchó primero y acertó a continuación con la estocada. Aplausos de rigor a pesar de la pequeña decepción.
Terminó la primera parte con la oreja para Castella. Había que esperar la segunda para ver cómo los matadores iban a ofrecer algo bueno en esta continuación. Esta vez, el francés no perfumó el ambiente. El toro "Cantero", ni para los Picapiedras. Más duro que un adoquín de Gerena. Torrealta malo, malo, malo. El cornúpeta era una réplica de los de Guisando. El francés ejecutó con limpieza el volapié. Una estocada al monolito y se acabó lo poco que se daba.
El champan del francés se consumió en el "Mes de Marzo". De todas formas quedaba el cava extremeño.
Volvía Miguel Ángel Parera a su turno. Dicen que no hay quinto malo, pero "Talento", el quinto toro de Torrealta en esta corrida, fue devuelto a los corrales por sus escasas fuerzas. Después de recibir el castigo con la puya de Manuel Jesús Ruiz, el manso, flojo de remos, clavó las rodillas en la arena. Sin embargo, no fue el sobrero, un negro mulato listón de nombre "Jarano", mejor que el que se llevaron los cabestros. Este "Jarano" no estaba para mucha jarana. Perera insistió incomprensiblemente, porque el toro clavaba las patas como Don Tancredo sobre la embarrada arena. Total: Pincho con tortillas. Tras el aburrido final, las palmitas automáticas que se dedican al torero por tradición.
Y llegó el final. El epílogo. Escalante, esta vez dando el pasado hacia delante, estaba dispuesto a amar el alboroto. Presentar sus últimas credenciales en este mundo de los toros. Lanceó bonito con el capote y después con la franela roja se centró con firmeza, buscando con ganas, arte y pundonor el lucimiento. Derechazos, naturales, pases de pecho y redondos. Largo, largo y con empaque. El de Badajoz hizo un toreo fácil, artístico, medido y brillante.´!Música maestro para este pedazo de matador! Era el Escalante estirao pa lante. Veinte años tiene la criatura y nada le faltó para la revolución. Juventud divino tesoro para este futuro siempre incierto de la fiesta. Hubo torero. Hay torero. Después del delirio en las gradas, el ¡ay! de los volapiés. Escalante tiene que ensayar mas, corregir pequeños vicios con el acero. Pincho y pincho, hasta dar con el hoyo de las agujas. O cerca. El matador perdió las dos orejas, pero se ganó valientemente los tendidos. Hubo una prolongada y cariñosa ovación, que el pacense escuchó desde el mismo centro de la plaza con emoción y agradecimiento.
Las luces de la plaza ya estaban encendidas. Los tres jabatos se fueron a casa. Hay aún pilas para seguir con la corrida de mañana. Pero hay una epidemia que se extiende con cierto peligro en la catedral de la Maestranza : Se jalea excesivamente las faenas que, a veces, muchas veces, son sólo buenas intenciones. Es necesario exigir más a los toreros. Igual que se hace cuando el presidente se hace el remolón.
Fernando Gelán