Domingo de Pascua: Con un flojo festejo comenzó la temporada en la Real Maestranza

Lleno a reventar en la Real Maestranza. Se colocó el cartel de no hay billetes. Hubo gente hasta en la fila de los torpes, que es la uno de grada, donde es imposible ver toros. Se abría la temporada con una atractiva corrida. Había terna importante formada por Enrique Ponce, Manuel Jesús El Cid y Sebastián Castella. Tres toreros en el redondel para lidiar seis reses bravas, o lo que fueran, de la ganadería seleccionada de Zaldueño.

Sobre el papel, el festejo tenía un enorme poder de convocatoria. Además, ayudó a engrandecer este bullicio el buen tiempo. Llovió hasta el Sábado Santo para las cofradías, pero no para la Empresa Pagés , que pudo comprobar el éxito de público y de taquilla y cómo el sol se justificaba para poner esa luz preciosa que tiene la plaza en tardes de buenos carteles.

Sin embargo, fallaron esta vez los morlacos de Zaldueño. Así, a pesar de las buenas maneras y las buenas intenciones de los matadores, no se desarrolló una lidia totalmente positiva y tal como era el deseo de la apiñada afición. Enrique Ponce fue, esta vez, un torero extraño, cuando él sabe que tiene buen cartel en Sevilla si mide bien sus actuaciones. Se aguantó el público con el primero, pues el de Chiva no encontró nunca ni fortuna ni posturas. Pasó sin pena ni gloria.

Ponce sorprendió cuando inútilmente alargó la faena en exceso en su segundo del cartel. No era un toro boyante para hacer una de esas faenas de arte, valor y entrega que tanto gustan en esta tierra. El valenciano le dio por dar pases y pases al toro, además, sin ton ni son, entre bostezos, aplausillos y pitidos. No se sabe si Ponce quiso registrar una marca, porque pudo dar más de cien mantazos a la mansa res. Recibió un avisó desde la presidencia y el torero no tuvo más remedio que coger los trastos de matar y matar. Menos mal que fue breve en esta faena. Y el público descansó.

Manuel Jesús El Cid, el gladiador de Salteras, quería salir nuevamente por la Puerta del Príncipe. Le tocó el mejor Zaldueño de la tarde taurina. Se le trató bien con la puya y el toro llegó con buen son al último tercio. El Cid se había lucido con algunos lances de capa y hubo como un duelo entre el de Salteras y Castella en el primer tercio de quites. Empataron.

Buscó El Cid, ya con la franela en la mano, las orejas. Se ajustó al morlaco y sacó buenos derechazos, naturales y pases de pecho. La Maestranza palmeaba y la música de José Tristán enriquecía el temple y el arte del sevillano. Sin embargo, el toro se vino abajo, mientras que El Cid intentaba ganar la pelea para no perder el calor de los aficionados. Acertó con el acero y la presidencia, ante la insistencia de la grada, concedió al torero la oreja del negro mulato, llamado Insulso. El Cid dio una majestuosa vuelta al ruedo con el trofeo en la mano, entre las ovaciones de un público satisfecho..

No tuvo tanta suerte El Cid con el segundo de su turno, un toro llamado Juerga. Es verdad que la res de Zaldueño recibió un puyazo mortal de necesidad, que dejó al animal listo para el arrastre. El de Salteras brindó la muerte del astado a José Tristan, que se despedía de su cargo de director de la Banda del Maestro Tejera. El matador lo intento por activa y por pasiva. Pero no había chispa entre el matador y el animal. Una serie de apuntados naturales le dio a Tristán la oportunidad de dedicarle un pasodoble, pero la Banda de la plaza tuvo que cortar la música porque la faena se fue diluyendo por las escasas fuerzas del toro. El Cid se apretó para la estocada y fabricó un rápido final.

Sebastián Castella no pudo desarrollar en la Maestranza el toreo de arte que tiene metido en el cuerpo. El francés buscó el lucimiento, pero apenas se mostró habilidoso en algunos lances de capas. Mostró arte en un tercio de quites con El Cid y en algunos naturales con sus dos morlacos. Pero poquito más. Ningún toro alcanzaba la raza y la bravura necesaria para ajustarse al juego fino del torero de Beziers, que estuvo frío y distante.

Hasta su primer toro que le tocó en suerte al francés fue cambiado por un sobrero, de la misma ganadería. Pero Castella no logró romper su tarde ni con tres oportunidades. El público se decepcionó, porque el matador tampoco puso mucho de su parte al ver la falta de calidad del ganado que le tocó en suerte.

Habrá que esperar otra nueva actuación del francés, para que se desquite de esta mala tarde.

En fin: Primera corrida de la temporada en el coso del Baratillo. Es como el pórtico de todo cuanto va a venir después. Los festejos de la pre-feria que comienzan el viernes 13 de abril y las grandes corridas de toros en plenísima Feria de Sevilla.

Datos técnicos

Plaza de Toros de la Maestranza. 8 de abril de 2007, Domingo de Resurrección. Siete toros de Zaldueño -el tercero fue devuelto a los corrales y sustituido por otro de la misma ganadería--, para los matadores Enrique Ponce, Manuel Jesús El Cid y Sebastián Castella. Lleno de no hay billetes. Tarde de buena temperatura y sol permanente. A las ocho y media de la tarde se encendieron las luces de la plaza. Se despedía como director de la Banda de Música del Maestro Tejera, José Tristán, que ofreció el pasodoble " La Giralda ", durante el paseíllo de aguaciles y matadores..

Enrique Ponce lidió dos toros. El primero de capa negra, llamado Sabio; el segundo, negro bragao, con el nombre de Tamarón. En el primero silencio; en el segundo, tras un aviso, aplausos y algunos silbiditos.

Manuel Jesús "El Cid" se enfrentó a otros dos toros. El primero, negro mulato y de nombre Insulso y el segundo, negro mulato, llamado Juerga. El Cid cortó una oreja en el primero y hubo palmas de agradecimiento en el segundo.

Sebastián Castella tuvo en la plaza tres toros. El primero, Estudiante, un animal castaño que fue devuelto a los corrales y sustituido por otra res de la misma ganadería, llamado Hechizo. El segundo de lidia ordinaria era de capa negro, llamado Malaluna. Ante Hechizo recibió el silencio de los espectadores y con Malaluna algunas palmitas de despedida.

Presidió la corrida Juan Murillo Pedrote. Fue asesor veterinario Antonio Fernández Cachero y asesor artístico Ruperto de los Reyes.

Este día, en el Teatro Lope de Vega, Enrique Múgica pronunció el tradicional Pregón Taurino, que concentró en el coliseo municipal

Numerosos políticos y a pocos toreros y verdaderos aficionados

También se han hecho entrega de los tradicionales premios taurinos "Doctor Vila Arenas", Jefe del Servicio Médico de la Real Maestranza. El galardón para Enrique Ponce, por la faena realizada a un toro de Zaldueño en la corrida de la pasada la Feria de Abril. El premio al quite providencial fue para el subalterno Alberto Fernández, de la cuadrilla de López Chaves.