9ª de Abono de la Real Maestranza : La gente fue a ver a Morante y el júbilo llegó con El Juli y Manzanares
Los aficionados salían de la Maestranza dando pases por las aceras del Paseo de Colón. La magistral lección taurina que desarrolló José María Manzanares puso la plaza sevillana a revienta calderas. Vaya encuentro entre el matador de Alicante y Encendido, que así se llamaba el negro mulato de Zalduendo, bravo, bravo y bravo.
El cierre de la jornada con la lidia de este toro, bajo los focos encendidos de la plaza maestrante, quedará grabado en las retinas de los que tuvieron la buena dicha de presenciar el alboroto que armó el joven torero Ole el hijo y ole tu padre!. La lidia de Encendido fue, además, muy seria y comprometida desde el primer momento. El bravo morlaco fue con buen tono de raza a las manos estiradas de Manzaneras en sus primeros lances. Recibió el encastado animal los dos puyazos en su sitio. Chocolate con picatostes.
Y los peones, los de plata, con un Trujillo en racha, colocaron al cornúpeta en situación de mira quien baila bajo las estrellas del cielo de Sevilla. Y allí estaba Manzanares. Paciente, estirado, sabio, ajustado. Hecho un artista de los pies a la cabeza. Dándole por allí y por allá a una fiera que se embebía con casta la roja franela del artista. No se podía hacer mejor. No se podía pelear con más clase, con más hermosura y con más arte y más parte. Los vellos de punta. El júbilo. La exaltación. El delirio padre, porque allí, desde la barrera, estaba el viejo -es un decir--, Manzanares, al que se le caía la baba. Él ha tenido buena parte de este arte de José Mari Manzanares. Artista, artista y artista.
Se fue por el toro con la espada en alto y allí quedó doblado Encendido, fundido, para que el matador recibiera una prolongada ovación. Una oreja primero; otra oreja después. Y el presidente atento, las dos orejas.
Triunfo pleno. Manzanares y Manzanares. Vuelta al ruedo entre clamores.
Sobre el primero de Manzanares hay que pasar página. Mucha sosería, porque Deslío, el colorao ojo perdiz del Zalduendo, fue un animal insípido en todos los sentidos. El alicantino alargó excesivamente la pelea, pero el toro no daba más cera que la que estaba mal ardiendo. Entro varias veces con el estoque y liquidó como mejor pudo una complicada fiera
Otro triunfador de la jornada novena del abono maestrante fue Julián López "El Juli" El madrileño no conecto con el primero, un toro desabrido, insulso, que el maestro tuvo que darle el pasaporte tras pinchazo y descabellos.
Pero "El Juli" se destapó en el segundo de su lote, Maestre, un castaño bien plantado sobre la arena de Baratillo. Ya se lució con el capote. Metieron al buen ejemplar de Zalduendo en perfecta suerte de varas para el picador. Y Carretero, para nada manta, con terno azul y plata, se encargó de encender la chispa del corazón taurino de los aficionados. Rehiletes de oro de un peón de lujo. Se olía en la Maestranza el primer alboroto de la tarde.
El Juli culminó toda la lidia de Maestre con entrega, arte, pundonor y ajustados pases por la derecha, naturales, y adornados, todo enriquecido taurinamente con ese desparpajo ya natural de quien llegó a todo lo alto con esa temprana edad en la que se busca morir de éxito. Estocada y oreja. Vuelta al ruedo con un merecido trofeo, que en la Maestranza , con esos bellos tendidos y una arquería de lujo, ha de saber a gloria bendita. En Juli en Juli. Juli en torero.
Lo he escrito antes. La gente fue a ver a Morante y se encontraron con los apoteósicos y deslumbrantes éxitos de El Juli y Manzanares hijo. El de La Puebla no reaccionaba ni con la bofetada de Gilda. Vaya tronco. Fue un Morante desconocido. Totalmente apagado, hundido y agazapado, Sin sangre en las venas. No se sabe qué le sucedió con el primero de Zalduendo.
No era un toro de carril, pero ante fieras como estas se ha de demostrar muchas veces porqué se quiere ser artista. Vaya plastón el de Morante, que además quiso resurgir de sus cenizas en el último quite de la tarde-noche. A buenas horas mangas verdes. Un mal espadazo, un descabello y un nuevo aviso, el balance negativo del de la Puebla ante un negro mulato chorreao, llamado Lujoso, con el que debió apretarse para hacer algo más que el ridículo.
En el segundo de su lote, más de lo mismo. Funeraria sin esperanza para Narigón, pues Morante dejó con dos palmos de narices a sus seguidores. Frío, apático y triste. Aquello parecía un entierro con tantas caras de palo. Alargó sin venir a cuento una faena que no quiso hacer y escuchó otro aviso del presidente.
Balance final: Premios muy merecidos para El Julio y Manzanares. ¡Que vuelvan otro día!
Fernando Gelán