11ª de Abono de la Real Maestranza : Aburrimiento general con toros de Puerto y Ventana de San Lorenzo
Poco se puede escribir de la undécima corrida de abono en la Real Maestranza. Seis macacos de la ganadería de Puerto y Ventana de San Lorenzo para Luís Vilches, Eduardo Gallo y Pedro Gutiérrez "El Capea".
Toros malos, flojos, blandos, sin casta ni raza y difíciles de lidiar. Los toros de San Lorenzo para la parrilla al horno y comerse la cola con patatas en El Burladero.
Todos los toreros quisieron, pero no pudieron. Y eso que hasta salió un sobrero de la misma ganadería, pero no fue ni peor ni mejor que sus hermanos. Es decir, fue igual de malo que los aprobados por los controles competentes.
Aguantó estoicamente el público en la Maestranza. Hubo un desgarrador aburrimiento general. Toros con poco trapío y algunos con escasa presencia. No aptos para lucimientos esperados y mucho menos para las sorpresas.
Luís Vilches hizo cuanto pudo, que fue poco, con capa y muleta, escuchando palmas en el primero y saludando en su segundo.
Eduardo Gallo no quiso ver las reses que le tocó en suerte ni con pastillas Koki. No cantó para nada este Gallo. Silencio y silencio en los dos y eso que el público de la Real Maestranza es educado y paciente. Tampoco "El Capea" motivo al respetable. Mantazos por aquí y por allá y el toro pensando más en los chiqueros para dormir tranquilo con sus hermanos de divisa encarnada y amarilla. Silencio y silencio para el inédito tránsito de este matador que no intentó ni capear el mal temporal.
A partir de este lunes 23 de abril -por la noche se hará en el Real la prueba del alumbrado de la Feria de Sevilla--, empiezan los platos fuertes. Con toros de Núñez del Cuvillo, el cartel está compuesto por los matadores Jesulín de Ubrique, que se despide de Sevilla; Morante de la Puebla , que querrá superar la mala imagen de su última actuación y Alejandro Talavante, del que aún se recuerdan los largos y lentos naturales que asombró el pasado sábado a los aficionados que llenaban la Real Maestranza.
Estamos preparados.
Fernando Gelán