6ª de Abono: Cebada Gago presentó toros mansos y sin fuerzas para otra tarde de decepción taurina en la Real Maestranza de Sevilla
Poquita historia tiene esta sexta del abono de la temporada. Vaya tela marinera lo que hoy se ha visto y no se ha podido ver sobre el albero de la Real Maestranza de Sevilla.
Salvó la cargante jornada el madrileño Fernando Cruz, que en el sexto de la tarde aprovechó el mejor toro de Cebada Gago. Con Fugitivo, un negro zaino que fue el único morlaco manejable, el madrileño estuvo bastante aseado con el capote y cuajó buenos derechazos con la muleta. El picador respetó las pocas fuerzas de la res y el torero madrileño, con un tendido frío, hizo cuanto pudo para dibujar pequeños detalles de arte y de valor.
Hasta sonó la música de la Banda del Maestro Tejera durante la lidia de Fugitivo, pero como no se le podía sacar mucha rentabilidad al animal, el pasodoble que estaban dedicando los músicos al matador se quedó sin terminar.Cogió Cruz la espada y metió una buena estocada, aunque necesitó del descabello para que el toro rodara por la arena. Con timidez, el torero recibió una buena ovación y se permitió el lujo de dar una vuelta al ruedo. Al menos, había tocado la música, se había fajado Cruz con Fugitivo y la gente no salió de la plaza refunfuñando.
MANSEDUMBRE Y FLOJEDAD
Se esperaba con ganas el ganado de Cebada Gago de las grandes tardes. Sobre todo, porque esta presente en las mejores ferias de España. Pero en esta sexta corrida del abono de la temporada hispalense, las reses fueron mansas y flojas, sin casta y sin crear emociones diversas. Un ganado totalmente decepcionante de la divisa colorada y verde.
No estuvieron muy lucidos los dos restantes toreros de la terna. Curro Díaz, que lidió el primero y el cuarto de la tarde, se encontró con muchas dificultades. En el primero, el de Linares estuvo más preocupado de su flequillo que de los pitones del toro, aunque éstos ni siquiera asustaban.
En su segundo, cuarto de la lidia, Curro desperdició un toro que pudo dar más juego. Le faltó habilidad y picardía al madrileño para ganar enteros. Aunque intento mantener el tipo con una afanosa entrega y aceptables movimientos con la franela, el toro se le fue yendo de las manos. Al final, nada de nada.
Mal lo pasó Fernando Robleño con sus dos toros, porque Cabellito no tenía dos pases seguidos y Bravío era tan manso como un buey de una carreta del Rocío. El también madrileño, --segundo en el cartel de la tarde--, entró a matar tres veces. En su segundo, quinto de la lidia, el buey se le cayó de blando.
Pasaremos página con la esperanza de que los festejos se vayan enmendando un poco. Hay aguante tela en la afición.
Fernando Gelán