La Casa de Castilla y León en Sevilla celebró el clásico Magosto del Bierzo
El siempre activo e inquieto presidente de la Casa de Castilla y León en Sevilla, José Colinas, preparó un amplio y variado programa de actividades para celebrar, entre otros eventos, el tradicional Magosto castellano-leonés.
Hay que destacar sobre todo el acto celebrado en el Ateneo de Sevilla. En la Docta Casa se presentó el libro del poeta Manuel Fernández, que ha editado la Diputación Provincial de León. En este acto se destacó la obra poética del ilustre leonés, nacido en Valencia de Don Juan. José Colinas, presidente de la Casa de Castilla y León agradeció a la institución leonesa la edición de este libro y hizo referencia a la calidad de los textos realizados por Manuel Fernández.
Otro de los actos organizados por La Casa de Castilla y León fue la solemne misa dedicada a las intenciones de todos los socios de esta entidad. El acto se celebró en la Capilla Real de la Catedral hispalense. En esta solemne eucaristía intervino la Coral "Solera Berciana", cuyo grupo fue fundado en 1972. Esta coral fue dirigida por Faustino Martínez hasta 1984; posteriormente por Francisco Quindós y actualmente por doña María Teresa Portela. Esta coral ha realizado conciertos en numerosas poblaciones españolas y extranjeras. En el Año Santo de 2000, el grupo se desplazó a Roma para intervenir en la misa solemne celebrada en la Basílica de San Pedro, invitado por el Maestro de Capilla.
Un año más, la Casa de Castilla y León celebró el tradicional Magosto. Se colocaron los clásicos puestos de castañas en el jardín situado frente a la sede social. Gratísima convivencia con motivo de este acto en el que se consume cada otoño este valioso producto del Bierzo. Mientras se asaban las castañas con el ritual de siempre, se desarrolló una jornada con tertulias, concursos, cuentos y alegre y divertida reunión social. No faltaron en este Magosto 2006 las canciones, con la intervención de la Coral "Solera Berciana", y la buena cerveza, el tinto del Bierzo, la queimada y tiznarse la cara con las cenizas del fogón.