San Bernardo, un barrio de grana y oro
Inmerso en una vorágine de cambios que a veces asusta, este barrio alegre y torero donde los haya ha vivido a lo largo de su historia en un aislamiento que ha hecho brotar de la sensibilidad de sus vecinos esa impronta tan sevillana, ese carácter tan de aquí, que ha marcado la vida de personajes tan ilustres como el gran maestro Pepe Luís Vázquez, miembro de una de las sagas más destacadas del barrio nervionense. "Hoy las cosas han cambiado", señala Manuel que, a sus 80 años ve como las tradicionales viviendas populares van dejando paso a las nuevas edificaciones residenciales, que por sus características y su ubicación, han convertido la zona en la conocida 'milla de oro' de la capital. Todas estas construcciones otorgan a San Bernardo una imagen diferente, una luz distinta en la que aún parece brillar a modo de faro la veleta de la antigua Fábrica de Artillería. Antiguamente, el arrabal de San Bernardo, como era popularmente conocido, estaba situado en las proximidades del arroyo Tagarete y al caer la noche quedaba indefenso cuando la puerta de la Carne se cerraba. Esta indefensión se acrecentaba aún más por la proximidad del Matadero, del Rastro y de la Fábrica de Artillería.
Considerado como uno de los barrios de más señorío de la capital hispalense, San Bernardo ya gozaba de esta fama en tiempos de la ocupación musulmana, cuando Almotamid construyó en la orilla del Guadalquivir, un palacio rodeado de hermosos jardines que Abu Yacub Yusuf amplió para competir con Medina Azahara, en Córdoba, plantando para ello decenas de olivos, árboles frutales y palmeras. A pesar del esplendor de la zona, su muerte disparó el abandono de la zona desde 1181 hasta 1248, momento en el que San Fernando a su llegada se encontró con un aspecto absolutamente desolador. Sus terrenos más cercanos fueron la cuna de las primeras fundiciones, que desde el siglo XIV se especializaban en la fabricación de piezas destinadas a la artillería. Más adelante, en 1568, en pleno siglo XVI Bartolomé Morel fundiría el Giraldillo, una de las obras más prodigiosas de la capital de Andalucía. Serían precisamente los trabajadores de esas fábricas los que comenzarían a construir poco a poco el nuevo barrio en el antiguo arrabal.
Las comunicaciones
La llegada del ferrocarril el pasado siglo, en contra de lo que todos pensaban, no aportó nada nuevo ni mejoró las comunicaciones del barrio sevillano, al contrario, provocó un aislamiento que ha durado hasta hace pocos años. Fue precisamente esta situación la que desencadenó una oleada de quejas por parte de los vecinos al ayuntamiento hispalense en 1861, gracias a la cual consiguieron que se llevase a cabo la construcción del paso subterráneo que comunicaba la calle San Bernardo con la avenida de Cádiz, que venía además a sustituir a un antiguo y peligro puente de madera existente. Otro avance para el barrio fue el entubamiento de Tagarete, pues así desaparecieron los malos olores que procedían de la cloaca del Presidio de San Agustín, las Reales Almonas y la Fábrica del Salitre. Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos que intentaron sacar al barrio de la situación de marginalidad que lo caracterizaba, el verdadero impulso de la zona vino de la mano de Juan Talavera, autor del Puente de San Bernardo en 1924. La construcción eliminaba las limitaciones provocadas por el paso a nivel del ferrocarril y que ha aportado, no sólo al barrio sino a toda la ciudad, una de las estampas más bellas de Sevilla, ya que sobre él parece estar clavada la Giralda cuando nos acercamos al centro de la ciudad desde el barrio de Nervión.
Faro de guía
La Iglesia de San Bernardo se alza como un auténtico baluarte para sus vecinos. Desde un punto de vista histórico es el último edificio construido en Sevilla siguiendo la tradición barroca, a pesar de que en la decoración ya se observa la influencia de nuevas tendencias. Inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con la categoría de 'Monumento', es el edificio religioso más importante construido en la capital hispalense en el período de tiempo comprendido entre 1780 y 1795.
Desde su origen, la Iglesia de San Bernardo se convirtió en punto de encuentro tanto para sus vecinos como para toda la población de su entorno, el arrabal de San Bernardo. Al parecer, templo de San Bernardo fue erigido en el lugar donde se asentaba una ermita, dedicada por Fernando III al mismo Santo, en acción de gracias, debido a que el cerco de Sevilla se inició en día de fiesta de aquél. Más tarde, en 1593, fue construida en el mismo lugar la nueva iglesia que, en sus comienzos, servía de auxiliar a la del Sagrario de la Catedral.
Desde sus orígenes actuó como núcleo aglutinador de la población de su entorno. En cuanto al origen del templo, parece ser que éste se construyó en el mismo lugar, que según los historiadores, que ocupaba una ermita, dedicada por Fernando III a San Bernardo, en acción de gracias, debido a que el cerco de Sevilla se inició el mismo día en el que se conmemoraba su festividad. Más tarde, en 1593, fue construida en el mismo lugar una iglesia nueva que actuaba a modo de auxiliar a la del Sagrario de la Catedral. Posteriormente, el edificio, por su precario estado, fue derribado construyéndose el templo actual. Las obras, fruto del arquitecto José Álvarez, se realizaron entre 1.780 y 1.785, quedando finalmente bendecidas por el Canónigo Magistral Marcelo Félix Dove. Actualmente, el templo acoge en su seno a una de las hermandades que, según mucho 'cofrades' entendidos, es capaz de remover las esencias más arraigadas. Fundada en 1.748, no tendría sus primeras reglas hasta 1.764, año en el que hace estación de penitencia por primera vez.
Desde el sigo pasado, San Bernardo es conocida popularmente con el sobrenombre de Hermandad de los Toreros por haber contado entre sus hermanos con numerosos maestros de la tauromaquia. El iniciador de esta vinculación fue Francisco Arjona, el famoso Curro Cuchares que, junto a un nutrido grupo de vecinos, reorganizó la Hermandad tras el período de decadencia a la que se vio sometida a partir de 1.813, llegando él mismo a pagar el manto y el palio de terciopelo negro para el paso de la Virgen. Otros toreros han pertenecido a la nómina de la Hermandad, como José Claro, Pepete , los Trigo, Paco Fuentes, los Bienvenida; y ya más cercanos a nuestros días, Antonio Ordóñez, Diego Puerta y los hermanos Vázquez Garcés, de los que Manolo fue Hermano Mayor, siendo hasta la fecha el último torero que ha ocupado dicho cargo.
Una de las principales curiosidades de la hermandad es que siempre se ha mantenido muy unida a su barrio, provocando incluso que muchos de los vecinos que dejaron sus casas tiempo atrás vuelvan a reencontrarse en sus calles cada Miércoles Santo. Además, y como consecuencia de la gran devoción que Sevilla ha poseído siempre por la Virgen María, Antonio Filpo Rojas, a la sazón de Hermano Mayor de San Bernardo, tuvo la feliz iniciativa de solicitar para la ciudad el título de Mariana, honor que ostenta con orgullo desde el año 1.946.
El porqué de un nombre
Los barrios sevillanos albergan en el nombre de sus calles curiosidades realmente sorprendentes. Así, mientras el Polígono San pablo está dedicado a los palos del cante y sus calles son Soleá, Seguidilla, Bulerías, etc.; el barrio de Los Remedios dedica todas sus calles a advocaciones marianas. De esta manera, nos encontramos con la calle Virgen de Luján o Virgen de Regla. Pues bien, el barrio de San Bernardo, al menos una parte importante, dedicó sus calles, a partir de 1859, a héroes y eventos fernandinos relacionados con la conquista de la capital hispalense. De ahí nacen las calles Alonso (o Alfonso) Tello, Garci Pérez de varga y Gallinato en relación con Lorenzo Suárez Gallinato, todos ellos caballeros del Rey Fernando III de Castilla, que estuvieron íntimamente relacionado en la conquista de nuestra ciudad.
Si seguimos paseando por el barrio nos encontraremos con la calle Tentudia, donde Pelay Correa, otro de los lugartenientes importantes del monarca, invocó a la Virgen, según cuenta la leyenda, para que se detuviera el día y no llegara la noche con el fin de poder seguir combatiendo a los moros en los desfiladeros de Sierra Morena. Por otra parte, tenemos las calles Huestes y Campamento, en honor de los campamentos más importantes con los que contó San Fernando en la zona el 22 de agosto de 1247, día en el que el rey puso cerco a la ciudad. Por último, tenemos la calle Almonacid, comendador de Tharsis y aliado de las tropas fernandinas en la conquista de Sevilla; la calle Santo Rey, en clara alusión a San Fernando; y la calle Valeme, en relación con la advocación que hiciera el rey a la Virgen: "Valedme Señora", en las actuales tierras de Bellavista donde, según cuenta la leyenda, clavando su espada hizo brotar agua con las que sació a sus sedientas huestes.
Rocío Alcántara López